miércoles, 31 de diciembre de 2008

Locura informática transitoria

Todo usuario informático sabe por experiencia que, en ocasiones, el ordenador es capaz de sacar de quicio hasta al más pintado. De hecho, según un estudio de la empresa Sosmatic, el 43% de los usuarios insulta o golpea a su ordenador con cierta frecuencia.

En los años que llevo dando clase de informática, he visto a más de un alumno perder los estribos cuando el ordenador se le cuelga o cuando un ejercicio no le sale. Pero de todos los casos, hay uno que recuerdo especialmente.

La alumna en cuestión era una chica muy modosita; trataba a todo el mundo con gran cortesía y amabilidad, preguntaba las dudas muy educadamente y nunca decía una palabra más alta que otra.

Un día se le atragantó un ejercicio. Me acerqué para echarle una mano, pero me dio la sensación de que no quería ayuda, que prefería seguir peleándose con el ordenador hasta lograr hacerlo ella sola, así que la dejé a su aire y seguí observándola desde lejos.

Primero le dio por revolverse en la silla. Luego comenzó toquetearse el pelo. Después pasó a murmurar algo entre dientes mientras daba golpecitos con el ratón en la mesa. Y, de repente, explotó. Se puso a gritar fuera de sí: “¡Puta mierda! ¡Puta mierda! ¡Qué asco de chisme, coño! ¡Puta mierda!”

Tras un rato gritando como una posesa y aporreando el ratón, se dio cuenta de que, tanto el resto de alumnos como yo, la estábamos mirando estupefactos. Entonces se puso roja como un tomate y con un hilillo de voz sólo atinó a decir: “es que no me sale”.

Un claro caso de locura informática transitoria, como el del tipo de este video.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Por un minúsculo punto

Una de las mayores pifias informáticas de las que he tenido conocimiento directo se produjo por algo tan insignificante, en apariencia, como un punto.

En el departamento de informática de una conocida empresa de pizzas a domicilio estaban desarrollando un programa que se encargase de llevar un registro de la cantidad gastada de cada uno de los ingredientes de las pizzas. De esta manera, el departamento de compras pudría saber con exactitud, por ejemplo, cuanta salsa de tomate se gastaba a la semana. La idea era, en apariencia, excelente: con el nuevo programa informático, ya no sería necesario que los responsables de compras calculasen a ojo de buen cubero cuantos kilos tenían que comprar de cada cosa.

Imagen: Creative Commons by rusvaplauke

El sistema funcionaba de una manera muy sencilla: cada vez que se vendía una pizza, un empleado registraba en el ordenador, mediante un código, de que tipo era. El programa informático, por su parte, calculaba que cantidad de cada ingrediente se había usado en su elaboración y lo descontaba de las reservas del almacén. Todo perfecto a simple vista; pero, como ya se sabe, el diablo está en los detalles.

En este caso el detalle que generó el desastre fue un simple punto. Uno de los informáticos no tuvo en cuenta que, aunque en el sistema anglosajón el punto se usa como separador decimal, en España sirve como separador de millares. Es decir, que para un anglosajón 1.500 Kg. es un kilo y medio, pero para un español son mil quinientos kilos.

Cuando el nuevo programa informático se puso en marcha en todas las tiendas de España, aquello pareció funcionar bien… hasta que los responsables de los almacenes empezaron a llamar a los de compras para decirles que estaban desbordados y que ya no tenían sitio para almacenar más ingredientes. Entonces fue cuando se descubrió el problema: con el nuevo programa, estaban comprando de cada ingrediente… ¡mil veces más de lo que necesitaban! Y todo por un simple punto.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Eliminar virus pegajosos

Es como en esas películas en las que el bueno sabe que tiene bajo los pies una bomba a punto de estallar: a veces, el antivirus detecta que nuestro ordenador está infectado, pero no es capaz de eliminar el virus; así que nos quedamos como el protagonista de la peli, a un paso del desastre. Son minutos de pánico y sudores fríos, sobre todo si no tenemos, como pasa tantas veces, copias de seguridad de la información.

En el cine, el bueno se salva porque en el último segundo corta un cable (nunca sabe si tiene que cortar el rojo o el azul, pero siempre acierta). En cuestión de virus hay un truco muy útil que podemos utilizar en estos casos.

Generalmente, el antivirus no puede eliminar una infección porque el archivo infectado está siendo usado por Windows en ese momento. Ocurre, por ejemplo, con los archivos de extensión .dll (librerías dinámicas), que están permanentemente en funcionamiento. Un sencillo truco para esos casos (aunque no funciona todas las veces) consiste en pasar el antivirus en el "modo a prueba de fallos". En este modo Windows se abre con el mínimo de funcionalidades, por lo que sólo pone en marcha los archivos absolutamente imprescindibles. Con un poco de suerte podrá limpiar el archivo infectado, al que antes, por estar en ejecución, no tenía acceso.
Imagen original: Creative Commons by Bruno Biagioni

Para entrar en el "modo a prueba de fallos" reinicia el equipo y, antes de que Windows se ejecute (estando aún en la pantalla negra), pulsa la tecla F8 varias veces. Entre las opciones que aparecerán, elige "modo a prueba de fallos" o "modo seguro" y pulsa enter.

No te asustes si al entrar en Windows no se ve la imagen del escritorio, es normal. Pasa el antivirus y cruza los dedos, con algo de suerte te librarás del bicho.

Para salir del "modo a prueba de fallos" sólo tienes que reiniciar el equipo nuevamente.

¡Suerte!